Santiago de Compostela

No deja de resultar curioso que la experiencia en la ansiada meta, para la mayoría de peregrinos se reduzca a recoger la Compostela, ir a la misa del peregrino, pasear un poco por el casco antiguo y darse un gusto gastronómico, cada uno según sus posibilidades, a lo que sumar, quizá, una fiestecilla de despedida con los compañeros hasta la noche.

Si leemos los relatos publicados por peregrinos, o los consejos que nos damos en los foros, también se suele recomendar la visita al mercado, un paseo por la alameda y, para los más curiosos, algún que otro monumento.

Por lo tanto, Santiago no suele ocupar más de una jornada, incluido el día de llegada, en la agenda de la mayoría. Las razones son varias, y la primera tiene su causa en la falta de tiempo, pues hoy en día se programan vacaciones muy ajustadas en el calendario, todo muy cronometrado. Además, la idea de la meta para muchos es eso, un final en el que la tensión de la marcha desaparece, fraguándose la certidumbre del retorno a la vida cotidiana. Pese a los esfuerzos de Turismo de Santiago, conviene también recordar que los peregrinos no somos turistas urbanos, de esos que llegan al destino para conocer lo máximo posible y pasar un fin de semana aprovechando el tiempo a tope, sino un viajero que ha disfrutado ante todo del Camino, y este se ha terminado.

Los peregrinos seguimos cumpliendo con nuestros rituales clásicos, algunos ya limitados (visita del Pórtico de la Gloria), y o bien volvemos a casa, o hacia el aeropuerto de turno, para detenernos también allí (Porto, Madrid), o bien seguimos a Fisterra y/o Muxía. Así es la experiencia canónica, aunque también hemos escuchado a muchos decir que tienen que regresar para conocer más a fondo Santiago, voluntad también expresada en otras ciudades monumentales de la ruta que no ha dado tiempo a visitar.

Por lo tanto, en nuestros consejos no vamos a incluir una extensa y detallada guía de Santiago, sino tan solo algunos guiños que puedan encajar con las apetencias de los diferentes tipos de peregrinos.

Sabemos que quien ha caminado largas distancias no se encuentra a gusto mucho tiempo parado, y también que los peregrinos nos sentimos extraños en los ambientes urbanos.

En cuanto a los compostelanos, y sobre todo aquellos que tienen un contacto directo con los peregrinos, deberían de hacer un esfuerzo para no mercantilizar en exceso la relación asimilándonos a un turista más, pues una parte de la valoración de la experiencia, cuando las emociones están a flor de piel, va a depender de una meta, que no destino, en muchos casos idealizada. De ahí el riesgo del desencanto.

 

Citas peregrinas

-El flamante Centro Internacional de Acogida al Peregrino (Rúa Carretas, 33, telf. 981 568 846, oficinadelperegrino@catedraldesantiago.es), funciona como una oficina bien organizada, con números de espera como en bancos o supermercados y hasta un código QR para saber el tiempo medio de espera, en la que básicamente nos ponen el sello “final” y nos entregan la Compostela. Lo que tienes que saber.

Por la mañana, sobre todo antes de la misa del peregrino, suele haber más cola que a mediodía o por la tarde, aunque esto depende mucho del flujo de grupos, abundantes en verano. El horario de apertura: de Semana Santa a octubre de 8-20 h, resto del año de 10-19 h. Solo cierra 25 de diciembre y 1 de enero, fechas en que habrá que acudir a la sacristía de la catedral (de la iglesia de San Francisco hasta septiembre de 2020).

En el edificio hay una capilla para orar (se puede decir misa con reserva previa), un aparcamiento para bicicletas, un jardín, por supuesto aseos, y oficinas de Turismo, Correos, Renfe (compañía nacional de trenes) y Alsa (empresa privada de autobuses).

-Si no nos hemos planteado pernoctar en la ciudad, será bueno que depositemos la mochila en alguna de las muchas consignas existentes la ciudad. De este modo estaremos más ligeros para movernos por las calles y entrar a los edificios. Recordemos que a la catedral no se puede acceder con mochila, tan solo con una pequeña o un bolso de viaje.

-En el caso de tener ya reservado el alojamiento, y si aún no hemos dejado en él el equipaje, debemos hacerlo cuanto antes por el mismo motivo, a poder ser en una taquilla cerrada con llave o en un espacio cerrado y/o vigilado. Un robo a última hora podría estropear nuestro viaje. Algunos alojamientos disponen de un almacén, destinado a sus clientes sin coste, para que podamos depositar la mochila si proseguimos a Fisterra y/o Muxía, lo que nos permitirá cargar solo lo imprescindible.

-La misa del peregrino, como la bendición de partida, es un rito apto tanto para católicos y cristianos en general como para personas de otras religiones, e incluso para agnósticos o ateos, porque su valor radica, más allá de la liturgia y la práctica sacramental, en agradecer a Santiago el haber podido alcanzar su casa.

Cada día tiene lugar en la catedral a las 12 h, la más concurrida (procuremos ir con tiempo o nos quedaremos de pie), y a las 19,30 h. Si uno se apunta en la Oficina de Peregrinación puede realizar las lecturas si aún hay sitio. Durante el oficio se lee el número de peregrinos que hemos llegado en las últimas 24 h y el punto en el que hemos iniciado el Camino. Si tenemos mucha suerte, y alguien ha pagado ese día el botafumeiro, será la apoteosis.

Hasta finales de 2020, por las obras de restauración del interior de la basílica, la misa tiene lugar en la cercana iglesia de San Francisco, solo a las 12 h.

En otros horarios, y diferentes templos de la ciudad, se puede acudir a otras misas orientadas a los peregrinos. Algunas son celebradas, en determinados períodos del año, en alemán, polaco, francés, italiano e inglés. Ver Horarios Liturgia . El compromiso de la Iglesia con el idioma del país, a diferencia de lo que ocurre en Cataluña, es mínimo, y las únicas misas en gallego tienen lugar los domingos y festivos en San Fructuoso (10 h) y la capilla de la Angustia (11,30 h).

-Ver volar el botafumeiro por la nave del crucero catedralicio, manejado por los tiraboleiros mientras suena el órgano, es el sueño de cualquier peregrino.

 

…cuando veo el botafumeiro, lo que estoy viendo es el monumento del Universo. (Álvaro Mutis)

 

Hasta 2017 estaba funcionando todas las tardes del viernes, sufragado por la Asociación de Hostelería, la Cámara de Comercio y Turismo de Santiago, pero dejaron de hacerlo, y ahora se limita a las grandes fiestas religiosas, doce a lo largo del año:

· 6 de enero. Reyes Magos.
· Domingo de Resurrección.
· Fiesta de la Ascensión.
· 23 de mayo. Aparición de Santiago en Clavijo.
· Fiesta de Pentecostés.
· 25 de julio. Martirio de Santiago, día grande de las Fiestas de la Ciudad.
· 15 de agosto. Asunción de la Virgen María.
· 1 de noviembre. Todos los Santos.
· Finales de noviembre. Fiesta de Cristo Rey.
· 8 de diciembre. Fiesta de la Inmaculada Concepción.
· 25 de diciembre. Navidad.
· 30 de diciembre. Traslación de Santiago.

También funciona cuando viene un grupo o excursión vip que lo ha pagado, pero no se ofrece información sobre esta circunstancia; hasta 2019 el precio era de 450 €.

La oscilación siempre tiene lugar, en el ámbito litúrgico, hacia el final de la misa de las 12. Por lo general, para evitar que los turistas acudan en masa solo para ver el “espectáculo”, no se permite la entrada una vez que ha comenzado la misa.

Hasta que concluyan las obras en la catedral (en un principio previstas para septiembre de 2020), no hay botafumeiro.

Abrazo al apóstol. El acto más entrañable para los peregrinos en la catedral, que también causa furor mimético entre los turistas, aunque ellos nunca podrán sentir la misma relación especial con Santiago, es el abrazo al apóstol. La imagen del siglo XIII, situada en su camarín barroco y dotada de una esclavina de plata y pedrería mejicana, regalo del arzobispo Monroy en 1704 (sustituida en 2004 por una copia), fue concebida para recibir a sus devotos como un maestro, sentado en la catedra, del mismo modo que San Pedro en Roma.

El rito del abrazo se practica desde el remate de la catedral. En el Medievo pendía sobre la imagen una corona que, de acuerdo con un rito propio de los alemanes, los peregrinos colocaban en su cabeza mientras dejaban su sombrero en la del apóstol, lo que le hacía variar de tocado para regocijo de los presentes.

El contacto físico con lo sagrado es consubstancial a la idea de la llegada a la meta, en la que cada uno de nosotros hablamos un instante en secreto con Santiago, sobre todo para darle las gracias, realizar una petición o recordarle el cumplimiento de un voto, aunque cada uno sabrá lo que le confiesa.

Las colas que se generan para realizar el abrazo, a veces bajo la lluvia o un sol de justicia, son memorables cuando aumenta la presión turística, y la espera puede ser superior a una hora. En estas ocasiones se suele abrir en A Quintana la Puerta de los Abades, por la que solo se entra a la catedral para cumplir este rito y visitar la tumba, debiendo luego salir por la puerta de Acibechería.

Visita a la tumba de Santiago. Por curioso que resulte, o acaso por la levedad del tiempo presente, muchos olvidan que bajo el altar catedralicio está la cripta, habilitada en 1885, donde se expone el arca de plata que contiene las supuestas reliquias de Santiago el Mayor y sus discípulos, Teodoro y Atanasio. Ante ella existe un reclinatorio para orar, pero no caben más de tres personas. Su cola es siempre mucho menor que la del abrazo, lo que daría mucho juego para analizar los valores del “peregrino” contemporáneo, fervoroso cultivador de los ritos lúdicos pero poco interesado por las reliquias.

Oración vespertina de Taizé. En la capilla del Centro Internacional de Acogida al Peregrino, del 15 de junio a 15 de agosto, a las 16,30 h. Se hace en español e inglés, con canciones de esta comunidad ecuménica francesa, creada por el hermano Roger y formada por protestantes, católicos y ortodoxos, que trabaja sobre todo con la juventud cristiana europea. Fuera de estas fechas consultar aquí.

Por la tarde también se celebran, en la catedral unas vigilias de oración antes de la misa del peregrino. Si estamos interesados nos podemos informar en la Oficina del Peregrino, pues no volverán a la catedral hasta 2021.

-Es recomendable acercarse a alguna de las oficinas de turismo para disponer de un plano de la ciudad con información de sus recursos, y también para conocer la agenda cultural durante los días de nuestra estancia, pues puede que nos depare alguna agradable sorpresa en forma de conciertos o exposiciones.

-Un espacio de acogida pensado para la reflexión es la Pilgrim House (Rúa Nova, 19), local dependiente de una ONG religiosa estadounidense que funciona, con voluntarios llegados de aquel país, desde 2014. Dispone de consigna, lavandería, aseos, una sala de meditación y un salón con wifi de uso libre. Organizan a diario el Grupo Camino Debrief para intercambiar experiencias y hablar sobre el Camino interior. De marzo a octubre. https://bit.ly/2SfIZ6N

-Si somos uno de los 10 primeros en llegar a la Oficina del Peregrino, nos invitarán a un desayuno, comida y cena en el Hostal de los Reyes Católicos, acuerdo que se mantiene en recuerdo de su pasada condición como Hospital Real. Antes era preciso ir a la recepción del parador con una fotocopia de la Compostela, pero ahora ya es algo automático. Los horarios de las comidas son anteriores a los habituales (el almuerzo de 12 a 13 h, por ejemplo), y se hacen en el mismo comedor que utilizan los trabajadores. Si lo conseguimos, más fácil en invierno, seremos muy afortunados, pues pocos son los elegidos.

-A algunos les resultará inaudito que una ciudad del tamaño de Santiago, en la que cada día concurrimos un gran número de peregrinos, no haya planteado algún tipo de actividades culturales, o de intercambio y convivencia, pensadas específicamente para nosotros, pero así son las cosas, parece que lo que prima es el comercio. Esta acogida cálida, que si funciona en pequeños pueblos o puntos de partida como Le Puy-en-Velay, contrasta con el desinterés manifiesto de Santiago, un factor más para explicar que el peregrino se marche rápido.

Nuestro consuelo es agruparnos con los compañeros y amigos que hemos ido conociendo a lo largo de la ruta y han llegado al mismo tiempo que nosotros; si no hay otras propuestas, improvisaremos para crearlas.

 

Lo imprescindible

Compostela, en su belleza, ha sido fraguada por los siglos y a golpe de bordón. Y si bien es cierto que no hay memoria a quien el tiempo no acabe, somos afortunados de poder contemplarla ahora, prácticamente acabada y perfecta, más reluciente que cuando la contempló Don Gaiferos de Mormaltán.

La Catedral y sus ritos. Por el momento, como basílica de peregrinación, la catedral mantiene su puerta abierta a todos de 9 a 20 h. La visita se ha regulado en el acceso a los espacios museísticos, que además del Museo Catedralicio con el Panteón Real, Relicario y Tesoro, también abarca el Archivo (con el  famoso Códice Calixtino, robado en 2011 por un electricista de la catedral y reaparecido al año siguiente), la cripta sobre la que se sostiene el Pórtico de la Gloria, Tribunas, Cubiertas, las excavaciones del subsuelo y el vecino Pazo de Xelmírez. Desde 2019 a ellos se ha unido, haciendo perder sentido a la interpretación global del templo, el Pórtico de la Gloria.

La segregación del Pórtico ha sido consecuencia de la insoportable presión del turismo de masas, no siempre respetuoso con el patrimonio, y decidida al concluir una larga restauración que ha recuperado parte de su policromía. Para contemplarlo ahora, tan solo 15 minutos, es necesario pagar 10 €, precio especial de peregrinos que también incluye el museo. El horario es de 9-20 h, de noviembre a marzo de 10-20 h, pero en temporada alta conviene reservar.

Lo que se ha terminado para siempre, ya desde 2009, es el rito de colocar la mano en la base de su parteluz, o la de darse el coscorrón en el Santo dos Croques, donde las madres llevaban a sus retoños para que el “Maestro Mateo” les transmitiese la sabiduría. La segunda era una costumbre del siglo XIX, pero la primera tenía un origen medieval, y formaba parte del contacto con lo sagrado, tan emotivo para los peregrinos llegados a la catedral.

Se pudo haber conservado la práctica, aunque fuese en un reducido horario previo a la apertura del museo, reservada a los peregrinos de largo recorrido e incluso introduciendo algún elemento protector en la base de la columna, pero no hubo la más mínima sensibilidad al respecto, avanzando un paso más en la irreversible musealización y mercantilización del templo.

Otros rituales desaparecidos fueron los de tocar la punta del que se tenía por bordón de Santiago, que junto con el del peregrino San Franco de Siena estaba dispuesto en el interior de una columna-relicario del siglo XV adosada a un pilar del crucero. La memoria ya se había perdido, y en 2017 fue trasladada al Relicario, que forma parte del museo.

Lo mismo cabe decir de la Cruz dos Farrapos, emplazada en las cubiertas de la catedral, donde es tradición que se quemaban las viejas ropas como símbolo de purificación. Para verla es necesario apuntarse a la visita de las cubiertas, por el momento suspendidas, que costaba 10 € (precio peregrinos).

Conserva un halo de piedad popular la Capilla de A Corticela, que era “parroquia de peregrinos, extranjeros y vascos”, tal cual, y sigue manteniendo esa singularidad. Varias parejas de peregrinos se han casado en este espacio en los últimos años. Como lugar de oración y recogimiento tiene un aliciente en la devoción a la Virgen de los Milagros, pero sobre todo al Cristo en el Huerto de los Olivos, al que los estudiantes dejan sus petitorios (ahora no solo los estudiantes) en un cesto.

Antes de partir recordemos también la Puerta Santa, por la que se accede a la basílica durante el año jubilar desde el siglo XVI. Lo que tienes que saber. La acción ejemplifica un rito de paso, para entrar en contacto con el espacio divino, y se inspiró en una ceremonia iniciada en las basílicas de Roma en el siglo XV. Tiene aspecto de puerta triunfal barroca, en la que nos reciben Santiago y sus discípulos tocados a la moda del siglo XVII, en la que se integraron 24 estatuas del coro pétreo románico del Maestro Mateo.

Desde 2003 la Puerta Santa está cerrada por una hoja de bronce de Suso León, y desde el año santo de 2010, dado el incívico fetichismo de los participantes en la procesión, se suspendió la tradicional costumbre de la apertura, por parte del arzobispo, que con un martillo ceremonial derribaba el un muro de lajas que la tapiaba. Ahora se abre, figuradamente con llave, y punto. En períodos vacacionales se forman de nuevo ante ella largas colas; es como una maldición, por lo que al elegir las fechas para hacer el Camino mejor que nos lo pensemos dos veces.

-La Praza do Obradoiro. La más famosa plaza de Santiago se encuentra enmarcada por el Colegio de San Xerome, actualmente Rectorado de la Universidad, cuya portada gótica formó parte del Hospital Viejo de peregrinos; el Hospital Real, ahora Parador de los Reyes Católicos, con fachada plateresca de principios del siglo XVI; la fachada mayor de la catedral, obra barroca de Fernando de Casas y Novoa rematada en 1750, con sus dos torres gemelas sobre las medievales; y el Pazo de Raxoi, Ayuntamiento de la ciudad, obra neoclásica de regusto francés, pues su artífice fue el ingeniero Carlos Lemaur.

Más allá de la contemplación de tantos edificios singulares, a los que unir el Pazo de Xelmírez (interior de los siglos XII-XIII), la fachada del claustro de la catedral (siglo XVI) y la iglesia de la Angustia de Abajo (siglo XVIII), para nosotros es también el salón en el que nos reunimos y encontramos. Un espacio para el descanso y las emociones, “abrazódromo” de bienvenidas y despedidas, con el no siempre deseado km 0 en el centro del ágora.

-Las calles de los vinos. No es cosa de hoy, sino de toda época, celebrar el fin de la peregrinación dando buena cuenta del vino del país, y de otras viandas de su despensa. En la guía práctica ofrecemos ideas, pero es sabido que en el casco antiguo los bares, mesones y restaurantes se concentran en las rúas do Franco, Raíña, alrededores del Mercado y, en general, aparecen dispersos por todo el casco antiguo, incluida la Rúa de San Pedro como alternativa. Hay quien prefiere evitar el conjunto histórico, cada vez más decantado hacia los turistas, y se va a zona nueva o el extrarradio.

-El Mercado de Abastos. Es el segundo lugar más visitado de la ciudad, y no es mala elección, porque además de ocupar un recinto neo-medieval en el que los pabellones parecen antiguas basílicas paleocristianas, reúne mucho de lo bueno de que Galicia produce. La nave nº5 es un espacio gastronómico, y en uno de sus locales cuecen el marisco adquirido en las pescaderías por una pequeña cantidad. También hay una vinoteca. Los martes, jueves y sábados acuden los productores de la comarca. Apertura: de lunes a sábado, de 7-15 h, sábado hasta las 16 h, lunes hasta las 14 h.

-El Paseo da Ferradura. Se accede a él desde los jardines de la clásica alameda, y nos permite obtener la imagen más bella de la ciudad. En uno de sus bancos permanece sentado don Ramón María de Valle-Inclán, que tantas veces pasó por aquí admirando la catedral. El propio parque es un espacio lleno de motivos, como el monumento de las Marías, destinado a ser descubierto.

 

Nuestras sugerencias

-Conoce el Museo das Peregrinacións. Debería de ser un lugar interesante para un peregrino amante de la cultura, porque nos introduce en el fenómeno histórico del que ahora somos protagonistas a través del arte. Programa interesantes exposiciones temporales y en la última planta posee una cafetería panorámica sobre la catedral. Visita: de martes a viernes de 9,30-20,30 h, sábado de 11-19,30 h, domingo y festivos 10,15-14-45 €. Precio peregrinos: 1,20 €. Gratis los sábados desde las 14,30 h.

-Si te gusta el barroco no lo pienses: San Martiño Pinario. Es el edificio más vasto del casco antiguo, en su origen una abadía benedictina y en la actualidad Seminario Mayor, Biblioteca, Archivo y Hotel. Se visita su monumental iglesia manierista, con los altares y la sillería barroca, a los que se ha sumado la sillería de la catedral (siglo XVII). A diario de 10-20 h, y de noviembre a mayo de 11-19 h. Precio peregrinos: 3 €. Si quieres conocer su claustro procesional (siglo XVII) no te cortes, entra a la cafetería del hotel y tómate algo en su terraza.

-Los parques de Santiago te permitirán recobrar, al menos en parte, ese ambiente natural que todo peregrino desea, para oxigenarse, descansar en la hierba o merendar:  1. La Carballeira de Santa Susana, antaño espacio en el que se celebraba la feria, y rodeado por el Paseo da Ferradura y la Alameda, es un tradicional robledal gallego como los que rodean santuarios y ermitas; 2. Bonaval, singular enclave que incorpora parte del huerto conventual de los dominicos, y también el que fue cementerio municipal, en el que permanecen las tumbas, vacías, eso sí; 3. Vista Alegre, pequeño y coqueto, que fue privado y burgués de los Simeón, con su villa de principios del siglo XX, el Museo de Historia Natural y un rarísimo edificio de la Sociedad de Autores;  4. Galeras, próximo al anterior y regado por el río Sarela, hermano pequeño del Sar, con mucha hierba para tumbarse; y 5. Belvís, formado en una vaguada entre el casco antiguo y el monasterio de Belvís y Seminario Menor, donde la tarde del martes se desarrolla un mercado ecológico.

-Hazte devoto de los cafés de Santiago: los hay clásicos a rabiar como el Derby, decano de la ciudad, pues fue inaugurado en 1929; o el Casino, local del siglo XIX que pertenecía a una sociedad recreativa, desde 2002 abierto al público. Otros, como el Literarios, son ante todo un mirador sobre A Quintana y la catedral. Si lo que buscas es un exuberante jardín, tu lugar es el Costa Vella; también en medio de los árboles, e incluso con uno en el interior, el vanguardista Ferradura, en la Alameda.  Entre los veteranos Recantos, con su terraza interior y buena música; más alternativos y estudiantiles La Flor, a pie del Camino Francés, y con un bonito diseño, y Tertulia, en la salida de la Prolongación a Fisterra.

-Entra en la iglesia de Salomé. Por citar un templo antiguo, y bien integrado entre los soportales de la Rúa Nova, que mantiene ese aire popular y rural, con esa ingenua Anunciación gótica, en la que la Virgen ya está embarazada, o los angelotes con gafas que se esconden en un retablo del interior.

Aquí vale aquello de “cuando a Roma fueres haz como vieres”, pues Santiago también es meta de peregrinaje, y si los naturales gozan a diario de sus tabernas, vinos y cervezas, no habremos nosotros de ofenderlos pidiendo manzanilla.

-Y si quieres un contraste cultural visita el Museo do Pobo Galego, y de paso, el CGAC. Doblete para conocer, en primer lugar, el gran museo que recoge los testimonios de la Galicia tradicional: el mundo rural y marinero, la casa, los oficios, las creencias…, pero también un tesoro que fascinaba a los viajeros del pasado: la triple escalera de caracol de Domingo Antonio de Andrade (1700). Sin olvidar la iglesia gótica mendicante de San Domingos, con el Panteón de Gallegos Ilustres donde, entre otros, están enterrados Rosalía de Castro o Castelao. Visita: de martes a sábado de 10,30-14 y 16-19,30 h, domingo y festivos de 11-14 h. Precio: 3 €. Gratis las exposiciones temporales y la iglesia.

El Centro Galego de Arte Contemporánea-CGAC tiene valor tanto en si mismo por el contenedor, diseñado por Álvaro Siza Vieira, premio Prizker de arquitectura 1992, como por las exposiciones temporales. Visita: de martes a domingo de 11-20 h. Gratuito.

-¿Quieres llevarte un recuerdo? Lo sentimos, no te vamos a recomendar ni imanes, ni tazas con frases ocurrentes, ni brujitas de la suerte, ni camisetas de baratillo, sino lo que es más tradicional y artesano en la ciudad: la plata y el azabache. Oficios seculares, no tan caros como pudieran parecer, a través de diseños clásicos, medallas o amuletos como figas para ahuyentar el mal de ojo, de raigambre céltica o modernos, los hay para todos los gustos.

-Si no has venido por los caminos de Ourense o del Sil, acércate a la excolegiata de Sar (abierta de 11-14 y 16,30-10,30 h, 2 € o incluida en la visita del Museo y Pórtico de la Gloria), 15 min a pie desde el centro. Verás las llamativas columnas inclinadas de su templo románico, que tiene tres naves, y un ala del claustro románico, del taller del Maestro Mateo.

Cidade da Cultura. Entre tanto se aclaran si ponen o no un teleférico para acceder directamente a ella desde la estación intermodal o la Praza da Constitución, tras el Parlamento de Galicia. Su interés radica en el controvertido y costoso complejo, concebido por el estadounidense Peter Eisenman, que no ha llegado a concluirse, y sobre todo por las muestras temporales de su programación cultural. Se puede llegar en la línea 9 del bus urbano, que pasa cada hora de lunes a viernes, y sábado por la mañana (paradas de A Serna, Virxe da Cerca o Porta do Camiño, 1 €), y el sábado tarde y domingo en la C 11 Apertura de 11-23 h, el Museo Centro Gaiás, que es donde se instalan las exposiciones, de martes a domingo de 10-20 h (gratis). También podrás ver las dos torres de John Hejduk (2002) inspiradas en las de la catedral.

Senda do Sarela. Por si echas de menos los paseos por el bosque, Santiago oculta en el borde de la ciudad esta sorpresa, una senda fluvial entre molinos y antiguas curtidurías con denso arbolado. De Ponte Sarela al Carme de Abaixo 30 minutos bajo alisos, sauces, abedules, robles y castaños, ¡un lujo!

Casa Manolo. No recomendamos habitualmente restaurantes concretos en este capítulo, pero siempre hay excepciones, porque Casa Manolo, en la Praza de Cervantes, es toda una institución para los peregrinos, de casi tan obligada visita como la catedral para muchos. Su secreto: un económico y variado menú del día con muchos platos a elegir. Colas aseguradas en temporada alta, más a mediodía que a la cena.

El Ensanche. Como decía Sabina, aquí el peregrino se puede sentir, más o menos, como un torero al otro lado del telón de acero, pero si lo visitas vas a conocer la otra cara de la luna, perdón, de Santiago. Edificios excesivamente altos, mucho hormigón y poco verde, pero locales en los que se tapea gratis muy bien todavía.

-Para despedirse de la ciudad nada mejor que frecuentar alguno de los pubs del casco antiguo, algunos de acusada personalidad: O Galo d’Ouro, con su ya mítica gramola; el histórico Modus Vivendi, en las caballerizas de un palacio; la Casa das Crechas, para escuchar música folk o tradicional; A Carrilana, en lo que fue un antiguo almacén de diligencias; el Atlántico, con sus cócteles, otro de los incombustibles; o Momo, que reproduce en su interior una calle y tiene terraza con vistas a Belvís.

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