Los caminos que dibujan el país

“A pátria/ pedra de canteiro/ medra no camiño”.

De alguna manera, los versos del poeta Paco Souto evocan las sensaciones que me vienen hoy a la mente del transitar por los caminos de una ruta real que tiene a Santiago de Compostela como origen y destino. La patria, como dice el poeta, también crece a través de estas sendas con memoria personal y colectiva.

Hay muchos caminos históricos que conducen a Santiago de Compostela, peregrinaciones de mayor o menor longitud y más o menos tradición, entre los que se encuentran los caminos Francés, del Norte, Primitivo o Portugués, entre los más conocidos, y dos que nacen y mueren en el territorio de la provincia de A Coruña. Son el Camino Inglés y el Camino de Fisterra y Muxía, dos rutas de una singular riqueza patrimonial, artística y paisajística que atraviesan municipios que, de una forma u otra, han quedado marcados por la huella de miles de personas a lo largo de los siglos.

"Fado", se llama el libro de Paco Souto del que salió el poema mencionado, y esa puede ser una buena palabra para transmitir la sensación de recorrer las rutas que se abren paso entre paisajes impresionantes, sorpresas monumentales y gentes acostumbradas a recibir con amabilidad a las personas que se animan a recorrer estos caminos llenos de historia, misterio y arte.

Y, en los dos que nacen y mueren en la provincia de A Coruña, Santiago de Compostela se convierte en origen y el destino, alfa y omega de un viaje sorprendente y único que sin duda dejará su huella en quienes se anime a recorrerlos.

Destino es Santiago de un Camino Inglés que nace en A Coruña y Ferrol y que, desde la Edad Media, tiene en sus puertos el punto de llegada de los viajeros que arribaron a nuestro país por mar, para luego dirigirse tierra adentro por dos trazados que se encuentran en Bruma, curioso nombre del lugar que es el punto de unión de ambas variantes, que continúan juntas los cuarenta kilómetros que desde allí faltan para llegar a la monumental ciudad que es meta de la peregrinación.

En todo el recorrido, un patrimonio histórico y cultural único sorprenderá a las personas que transitan a través de la historia y el arte, por medio de paisajes únicos donde descubrirán que, a menudo, el destino no es lo único importante sino que el camino, como la vida, se construye en cada una de las etapas, todas diferentes, todas importantes.

Santiago de Compostela es, por lo tanto, el destino de una serie de rutas, pero también el origen de quizás el más singular de los caminos, que es el que comienza donde otros terminan, en una ciudad-arte en la que históricamente, las personas que caminan toman un nuevo impulso para llegar al final de la tierra, hacia el horizonte sin fin en el que encontrarán la más increíble de las puestas de sol, el paisaje más impresionante, en espacios donde las personas se sienten infinitamente pequeñas frente a los acantilados y la inmensidad del mar abierto. A veces se me ocurre que el de Fisterra-Muxía es, por lo eso mismo, el camino de la humildad, nacido de medirse con la grandiosidad de un paisaje que también es uno de los grandes tesoros para aquellos que tenemos la fortuna de vivir en su entorno.

Costa da Morte, Fisterra, Monte Pindo e incluso Vákner, -el mítico personaje tan estrechamente relacionado con la ruta-, nos hablan de la magia que se encuentra en un camino que sigue al sol, hasta el fin del mundo, donde se produce el más espectacular ocaso y los viajeros no pueden dejar de sucumbir a la belleza de ese momento único, algo difícil de explicar si no se siente en vivo. Caminos para vivir, sentir y descubrir una tierra única, con unos recursos que son tesoros para un territorio acogedor que se muestra al mundo con su propia identidad, con arte, naturaleza, tradición y cultura. El legado que recibimos y con el que tenemos que comprometernos para dejar en herencia a las generaciones venideras. Un viaje que nos invita a parafrasear al gran Paco Souto y a decir con él que nuestra patria crece en el camino.

Caminos para vivir, sentir y descubrir una tierra única, con unos recursos que son tesoros para un territorio acogedor que se muestra al mundo con su propia identidad, con arte, naturaleza, tradición y cultura. El legado que recibimos y con el que tenemos que comprometernos para dejar en herencia a las generaciones venideras. Un viaje que nos invita a parafrasear al gran Paco Souto y a decir con él que nuestra patria crece en el camino.

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